Aprovechando que este es el primer post (artículo) de este blog de mi web personal lo primero que quiero hacer es daros las gracias por entrar aquí y la bienvenida a la web y al blog, en el cual estarán habilitados los comentarios en todos y cada uno de los artículos que se publiquen a fin de que se pueda generar, si es de vuestro interés, un debate que pueda ser constructivo para todos sobre el fondo de la cuestión que se trate en cada artículo.

Entrando ya en la materia que quería tratar en este primer post situarse ante la típica declaración del Modelo 130 (Pago a cuenta del IRPF para autónomos “no moduleros” para ufanos en la materia) en la que el autónomo opta por declarar pérdidas trimestre tras trimestre en la mayoría de las veces alegando ante su asesor fiscal la tan manida frase de “tú haz lo que sea pero yo no quiero pagar”.

Ni que decir tiene que en la gran mayoría de los casos a la misma vez que se declara de esa forma aumenta el saldo de las cuentas bancarias, han efectuado inversiones financieras o han adquirido un nuevo vehículo sin necesidad de financiarlo… o incluso todo ello a la vez en los casos más extremos.

Un fraude fiscal como una catedral

En estos casos el primer, y a mi juicio más importante, riesgo que está corriendo el contribuyente es el hecho de ocultarle al fisco los verdaderos ingresos de su actividad cuando una parte sustancial de estos ingresos ocultados se han cobrado a través del banco. Hoy en día es muy sencillo para Hacienda rastrear los movimientos de las cuentas bancarias (salvo que estas sean offshore) y por tanto en una inspección fiscal le va a ser enormemente fácil al funcionario de la AEAT levantar una paralela sobre tu renta y, como se dice en mi tierra, “crujirte en parrilla”. En casos así además no se andan con contemplaciones ni hay mucho que reclamar porque es como “pillarte con las manos en la masa”, como cuando te pilla el radar de tráfico y a los 500m te para la Guardia Civil. Sólo queda agachar la cabeza, resignarse y, por supuesto, pagar.

La intención defraudadora se la imputa el contribuyente asimismo en tanto que a uno no se le olvida lo que ha ganado o dejado de ganar y por ello las alegaciones del tipo “olvidé ese ingreso pero lo hice sin mala fe” no cuelan; para confesarse ante el párroco de la Iglesia puede servir pero ante la AEAT no valen ese tipo de “excusas de mal pagador”.

Absurdo e incoherente

Si una persona declara, por poner un ejemplo, que ha obtenido unos rendimientos netos de 1.500€ en todo un ejercicio fiscal y sus ahorros durante ese año no se han visto reducidos ni ha pedido nuevos préstamos para pagar sus facturas, ¿de verdad cree alguien que con 1.500€/año se vive?. No seamos absurdos e incoherentes al declarar ante Hacienda porque el afán por no pagar nos puede llevar a absurdos tales como decir que es cierto que has vivido con 1.500€ durante todo el año; un inspector de Hacienda sabe lo que cuesta vivir, no es un marciano, y si le tratas de tonto afirmando tales cosas encima hará la inspección cabreado y eso traerá peores consecuencias para el contribuyente.

Vayamos a un ejemplo concreto e imaginemos un contribuyente con un saldo bancario inicial de 5.000€, que no pide préstamos durante el año ni tampoco deja de abonar ninguna de sus facturas. Además ese contribuyente tributa por actividades económicas y declara que de su actividad ha tenido unos gastos de 42.500€ y unos ingresos de 44.000€ dando como resultado que a final del año su saldo bancario es de 7.500€. Bien, ¿alguien se lo cree?. Si piensa usted que si entonces coja la calculadora, sume, reste, y vuelva a hacerse la pregunta.

Según esos datos hemos de suponer que ese contribuyente que partía con 5.000€ y que ha ganado 1.500€ ha visto aumentado su saldo en 2.500€ y, por si lo anterior no fuese suficientemente increíble, hemos a la vez suponer que durante el año la comida, la ropa, la luz, el agua, el gas y su vivienda (hipoteca o alquiler) los ha pagado por ciencia infusa en un universo paralelo, ¿no?.

Defrauda si quieres, pero con disimulo

A un servidor no le parece mal que una persona desee pagar menos impuestos ya que, para nuestra desgracia, España es un auténtico infierno fiscal que hace que los contribuyentes parezcamos esclavos del Estado para mantener su bienestar, el del Estado, y no el nuestro propio. Dicho lo anterior 3 consejos básicos y elementales:

  1. Todos los ingresos que cobréis a través del banco consignadlos en la declaración.
  2. Sed coherentes y pensad si con lo que declaráis podríais satisfacer vuestras necesidades más elementales como comida, ropa, agua, luz y vivienda.
  3. Los ingresos que no declaréis no los cobréis por el banco ni los ingreséis en efectivo en vuestro banco.

Que nadie entienda esto como un “manual introductorio al fraude fiscal” sino más bien al contrario puesto que a lo que animo es a declarar con cierta coherencia ya que el papel soporta cualquier número que se le quiera poner pero, por suerte, quien debe analizar, vigilar e inspeccionar es una persona debidamente formada y documentada que no es tonta.

Dios me libre de estar “incitando al fraude fiscal” ya que en última instancia si todo el mundo declara lo que realmente gana entonces se lograría que el sostenimiento de los gastos públicos fuese menos gravoso para todos y cada uno de nosotros. Dado que aspirar al “fraude fiscal 0” es utópico, al menos si que debemos aspirar a que la coherencia llegue a las declaraciones de impuestos.