Austria instauró la que se ha dado en conocer como “mochila austriaca” allá por el año 2003, con un gran acuerdo de consenso político entre sus 2 grandes formaciones políticas de aquel entonces por cierto, con la pretendida idea de reducir la rigidez del mercado laboral y ofrecer al trabajador una indemnización creciente conforme va avanzando su vida laboral. Teniendo en cuenta que Austria es uno de los países con menos paro y mayor riqueza de la UE parece ser que no les ha ido precisamente y podrían ser un ejemplo en el que fijarnos para arreglar los cimientos de nuestro deplorable mercado de trabajo.

16 años después, en Noviembre de 2019, en España estamos con una tasa de paro que triplica a la de Austria y con un mercado laboral al que todas las empresas acusan de ser excesivamente rígido y poco flexible en épocas de crisis; contribuyendo esto último a que cuando vienen mal dadas y hay que hacer ajustes laborales finalmente las indemnizaciones que se devengan por dichos ajustes acaben por enterrar a la empresa (especialmente a Pymes, que son más del 95% de las empresas en España) en situación concursal que suele derivar muchas veces en quiebra.

Críticas injustificadas

La sola mención en España de “mochila austriaca” ha generado multitud de críticas de sindicatos e izquierda política en general aduciendo mayormente que “es una pérdida de derechos laborales” o que “supone facilitar el despido”. Yo en absoluto comparto estas críticas y creo que provienen de gente a la que no le han explicado cómo funciona la mochila austriaca o lo que en la práctica supone; es más, creo que la implantación de la mochila austriaca sería beneficiosa a largo tanto para las empresas como para los trabajadores.

El funcionamiento en Austria

Tal y como está diseñado en Austria el sistema supone que el empresario, y no el trabajador como se está diciendo por ahí, aporta el equivalente mensual a un 1,53% del salario bruto de cada trabajador a un fondo que es titularidad del trabajador y que es gestionado a modo de fondo de inversión (garantizando el Estado el 100% del capital). Cada trabajador va acumulando en fondo (que lo puede rescatar, el acumulado, en caso de despido o si quiere montar una empresa) mensualmente su 1,53% y, simplificando, a cambio el empresario no tiene que pagar indemnización por despido en caso de que decida prescindir del trabajador. La clave sería negociar el % que se aporta a la mochila austriaca que pueda conciliar los intereses de trabajador y empresario.

La medida de la mochila austriaca supone, de facto, aplicar la misma indemnización a todo tipo de contratos de modo que habría que negociar el porcentaje que equivalga a una indemnización que pueda considerarse razonable para conciliar los intereses de ambas partes. Un porcentaje del 1,53% implica que un sueldo bruto de 1.500€ mensuales (pagas incluidas, por simplificar cálculos) acumule mensualmente en su fondo 22,95€ o, en términos que todos puedan comparar más fácilmente, una indemnización anual equivalente a, aproximadamente, 5,50 días por año trabajado.

Una propuesta para España

Quizá, y dados los parámetros de indemnización desde los que partimos en España, habría que irse hacía un porcentaje que en la práctica equivalga a unos 20 días por año de trabajo (que a mi juicio puede ser un punto de encuentro razonable entre los actuales 33, 20 o 12 según circunstancias); esos 20 días por año implicarían un porcentaje del 5,55% del salario bruto mensual que en nuestro ejemplo anterior de 1.500€ mensuales supondrían acumular mensualmente 83,33€ (999,96€ al año).

Obviamente este 5,55% implicaría encarecer el coste salarial de las empresas y muchos pensarán que dañará los márgenes empresariales a corto plazo, cuestión que no niego, pero con vistas al largo creo que haría el mercado de trabajo mucho más flexible y facilitaría en grado sumo los procesos de re-estructuración empresarial en épocas de crisis. El empresario al llegar una crisis no tendría que desembolsar cantidad alguna por prescindir del trabajador lo cual facilitaría las re-estructuraciones de plantilla sin tener que asumir en épocas de crisis elevados costes de despido que en muchas ocasiones terminan por hundir a una empresa en dificultades. Para el empresario viene a ser algo así como pagar mensualmente el despido. Gestiono junto con mi padre un pequeño despacho y puedo asegurar al lector que el 90% de las empresas, por no decir el 99%, preferirían asumir un mayor costo mensual a cambio de eliminar los costes de re-estructuración de plantilla; yo mismo lo preferiría de hecho.

Para el trabajador no supone pérdida de derechos alguna ya que le despidan por un motivo u otro, dimita él de la empresa o cualquier otra circunstancia cada mes estaría acumulando en su fondo el equivalente a 20 días de salario por año trabajado. Pongamos el caso de que llevas 5 años en tu empresa con un salario bruto de 2.000€ mensuales (24.000€ anuales) y te despiden “porque la cosa va mal”. La empresa en el momento del despido no te pagaría indemnización ninguna pero tu podrías rescatar en ese momento 6.660€ (más lo que puedas tener acumulado de trabajos anteriores a este) de tu fondo (el acumulado que sale del 5,55% mensual sobre 2.000€ durante 5 años que la empresa habría ido aportando) a modo de indemnización por despido. ¿Ves alguna pérdida de derechos como trabajador?. A mayor abundamiento si durante tu vida laboral no rescatas ese fondo acumulado a la hora de tu jubilación tendrías un capital acumulado del que podrías disponer a modo de complemento adicional a tu pensión.

Dejando a un lado lo que supondría para empresa y trabajador, que son cuestiones que siempre se ven más sencillas sobre ejemplos numéricos, para el conjunto de la economía la aplicación de esta medida creo que mejoraría la flexibilidad del mercado de trabajo, la movilidad laboral, el ahorro de la economía (ese 5,55% se gestionaría como fondo de inversión por así decirlo) y se incentiva la productividad en el sentido de que cuando lleguen los procesos de re-estructuración la empresa decidirá desprenderse de los trabajadores menos productivos al haber eliminado el “factor” del coste de indemnización y no de los que más barato salga despedir como suele pasar, por desgracia, hoy en día. Por si lo anterior no fuese suficiente también se reduciría drásticamente la conflictividad laboral descargando de trabajo los juzgados de lo social ya que no habría discusiones sobre el tipo de despido, ni sobre la indemnización ni demandas por no haber cobrado la indemnización, por citar tan sólo algunos ejemplos.

En definitiva, seas de una ideología política u otra, creo que esta medida, y en concreto la propuesta del 5,55% que hago en este breve artículo, sería positiva y nos ayudaría a avanzar económicamente tantos a unos como a otros.